Faltaría ser el foco de la calle
que prende y apaga para nadie.
Porque ya eres el mosquito
que vuela ciegamente a estrellarse
para que al apagarme
seas libre como quieres.
Y me tengas prendido otra vez
cuando tus cientos de ojos
me miren de nuevo
en un caleidoscopio.
Faltaría desaparecer
en algún estadío de la memoria,
deshacer los nudos del marinero
que alguna vez te pescó
en un mar de humo y lujuria.
Habría que cortarlos súbitamente
pero faltaría un epitafio apropiado,
uno que no podrás darme,
al opacar la vista como antes
al ahogarme tu réplica.
Faltaría el cómodo silencio,
al final de tu lista de consejos.
El optimismo sencillo de una brisa
para un extraviado de siempre
entre las excusas y un jamás.
La sonrisa tras el cristal,
dejando espectros de colores
que no conozco ni conocería,
si faltara la luz que te pone en foco.
O el lazo que guarda tu silencio.
Por: Adrián Martínez, Maniobras Incompletas, 2012.
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