Las calles con luces rojas de neón
enredan éstas nuevas corneas.
Y si me embriago
con sabor a madera te querré.
Pero la calle no será cosmopolita.
Sin monumentos cegados
por luces de melancolía.
La comida no tendrá sazón alguna
cuando viene de cajón.
Como la carta que no llega nunca,
como las vías ferreas.
En las que nadie viaja ya.
Callejera la comida me sentará mejor.
Porque se tiene una vez
y se deja correr.
Encajonado veré mejor,
sin luces que quiten la forma,
o calor que la diluya.
Callejero en un cajón.
Quién en la calle me encuentra,
en un cajón me encerrará.
jueves, 12 de enero de 2012
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