"Mientras
en la educación preescolar Adrián pataleaba contra una maestra senil y
delusoria, porque ésta no le daba la nota aprobatoria para comprobar
oficialmente que ya sabía leer; en su hogar el pequeño Adrián de seis años
tomaba sus dos primeros libros: Una enciclopedia de tiburones y otra de
ballenas que le habían regalado sus padres dos años atrás. El padre de Adrián comenzó a mostrarle
documentales acerca de la vida animal desde que este comenzó a hablar, por lo
que era solo lógico que sus primeros libros siguieran la misma temática.
Posteriormente Adrián siguió leyendo libros y revistas de divulgación científica, pensando en convertirse algún día en paleontólogo o quizás biólogo marino. Alrededor de los ocho años comenzó a leer también revistas de crítica política tales como El chamuco. Aunque quizá este tipo de lecturas no eran apropiadas para el pequeño Adrián, definitivamente le dieron un amplio empujoncito a su aprendizaje. Las lecturas ‘infantiles’ le parecían aburridas -ahora ya no- y después de los diez años y movido por sus relaciones personales tempranas y una fascinación por las dinámicas humanas, comenzó también a escribir. Es aquí donde se hace necesario aprender a leer novela, cuentos, etc. Haciéndose estos finalmente del agrado de Adrián. Hasta la fecha a sus veintiún años, Adrián sigue aprendiendo a leer con cada nuevo libro que abre, al mismo tiempo que aprende escribir con cada texto que produce."
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