domingo, 29 de abril de 2012

Chuy


       Mesías te llamaron, y muy a pesar, de ti ya nadie se acuerda, ni de tus palabras ni tus gestos. Estás por ahí hecho mineral o exhumado en su cripta, porque fuiste cualquiera de nosotros; y ellos están tras vidrios blindados porque se comieron tu recuerdo, se tragaron sus propios textos, nunca fue tu carne. Te venden, te manufacturan, eres una licencia creativa más, parte de la gran corporación sentimental apostólica y romana.  Ahora te pasan por alto, te volvieron una excusa y te postergan para esperanzar (paralizar) a una ciudad. El  tipo de blanco pasa y sonríe, recibe, bendice en palabras grandes, las palabras que pocos hombres deberían atreverse a vociferar. Las palabras que quisiste dar a entender, pero nadie nunca entenderá porque una palabra no se vive. Y tú no eres más que eso. Una de esas palabras grandes y muertas de las que hay que limitarse a escuchar y leer. No te como ni te bebo, ni te creo ni desconfío, pero no te pido porque no puedes darme nada. Y aún así, tampoco puedo negarte, si estás todo alrededor mío.

       En tu muerte estás un paso adelante, adentro todo se hace éter, adelante todo se interroga. Estás siempre a un paso más de ellos, víctima de un atropello o de un carnaval que no admite ganancia alguna. En un puesto de tacos, en el apodo de un niño. Ellos están aquí tres días y se quedan en vasos de cebadina, en banderas blancas y amarillas, en medallas, carteles, postres y camisetas. Pero de ellos, de ellos un mes después nadie se acuerda, son basura, souvenir y presunción de un gobierno, nada más. Y tú sigues apareciendo con cada estornudo, con uno o mil niños al nacer, en la expresión de preocupación sincera de una madre o en un diálogo mal actuado de un éxito de blockbuster. Y como antes, como todos, como cualquiera; mueves el pie, lo pones adelante con violencia o desgana. Te has ido de su ritmo, te has querido escapar una vez más de tu mortalidad y la aberración de la memoria. Un paso adelante y al apoyar el talón miras atrás, como un fugitivo ingenuo te limpias el sudor, igual que la primera vez: miras a quien te persigue, no lo que te hará caer. No sé que hiciste con certeza, pero sé lo que hacen ellos y tú que ya no puedes hacer nada, estás hecho un soplo de aire, una porción de tinta. Y yo que puedo hacerlo todo, que soy como tú, que podrían beberme y comerme, no hago nada más que escribir dos párrafos para ti. Los verás inerte sin poder hacerme replica alguna en los ojos de algún Pepe Chuy.



Por: Martínez, Adrián (2012). "Chuy” En El Fanzine del Cerdo Violeta No. 2. Mayo. ¡Hip, hip, hurra! Mi futuro está en ser un cura. León, México, pp. 11-12.