domingo, 9 de diciembre de 2012

Donde hay una iglesia hay un balón

Los caminos de ésta ciudad están pavimentados de glorias pasadas, de castigos y segregaciones, de un estereotipo que nos han cargado desde a guerra cristera. Y por un buen tiempo, al menos nuestros cuereros tenían la dicha de regodearse en su gran equipo, ganón, luchón, con figuras casi míticas. Casi al mismo tiempo en el que todos dejaron de voltear a la capital del calzado, como la cuarta grande de México; el equipo esmeralda dejó el circuito cuasi-legendario del corrupto fútbol mexicano.

Similar al mito del éxodo judío, León siguió lo que parecía ser una profecía. Diez años, en cualquier conversación dominguera se mencionaba el regreso a la liga prometida ¿No era risible el pensar que esa imagen de Benedicto XVI lanzando su bendición al Nou Camp, acabaría con la maldición?

Bueno, pasó. Y desde aquel milagro institucional del ascenso hay que resguardarse. Ya saben, meterse al búnker que uno no tiene y esperar a que pase la tormenta cuando esos colores verdes van gritando por la avenida principal. Vitorean y se pitorrean en su victoria, y hacen lo mismo en la derrota, pero añaden a la receta una forma de hooliganismo barato que fastidia más de lo que destruye en la catarsis de sus frustraciones. Y no es que no pueda entender las pasiones que mueven a las hordas, pero es que yo nunca podré sentirme parte de una cruzada como ésta.

Y claro, lo admito ¿A quién no le interesa de tanto en tanto jugar y cocerse al sol del domingo? O ¿Quién se negaría ante la excusa perfecta que proporciona un juego para emborracharse? Pero entregarse religiosamente a la defensa de un color y una institución viciada, es repito, un acto digno de caballeros templarios durante las cruzadas.

Y ya quiero ver a Matosas crucificado, muriendo también por sus adeptos, para salvarnos a todos del mal fútbol y llevarnos entre trompetas y colgados de redes de portería, hasta lo más alto del balompíe mundial. Ya quiero ver, porque desde aquel día pareciera que todos estamos cegados ante el espejismo del juego. mientras los semidioses que traemos de Colombia se consiguen damas de compañía y se emborrachan en fiestas un día antes de los partidos importantes. Eso lo vi. 

Y es entonces que ya no sé si quiero ver fútbol, o si no lo veo por las mismas razones por las que no entro a una iglesia desde hace años.


Por: Martínez, Adrián (2012). Publicado originalmente en El Fanzine del Cerdo Violeta No. 3. Octubre 2012. Santa Maradona ruega por nosotros. León, México, pp. 13.

domingo, 2 de diciembre de 2012

La poesía inicial - Salvador Elizondo.

La poesía inicial (fragmento de una entrevista a Salvador Elizondo para el INBA)

― Como escritor, se inició en la poesía, publicó poco (Poemas, edición privada, 19 60), casi nada, pero en una entrevista que le hizo Marco Antonio Campos le respondió al respecto que le interesaba más la poesía que estaba por hacer, la que preparaba, que la realizada en el pasado. ¿Qué ha pasado con eso?
―Nada. Se va juntando. La tengo en el cuaderno. Creo que uno de los peores males que puede haber es la difusión de la poesía. Convertir a la poesía en una cosa de consumo necesario para la gente. La poesía no se puede hacer para publicarse. Escribir la poesía que el público quiere no funciona. El poeta tiene que retirarse completamente. Hay un público de poesía, pero ¡no debe haberlo! Debe haber pequeñas camarillas de gustadores de poesía. Que cada quien escriba como se le da su gana. No hay conciencia de la condición de poeta, se conocen más que por lo que publican que por lo que hacen. Y todo lo que hacen no está a la altura de ser publicado tan efusivamente. Cuántos libros de poesía salen a la semana en México. No sé, fácilmente diez. De esos chiquitos de la UAM y la UNAM.

― Se publica para comunicar, como testimonio de la constancia y también porque se aspira a vivir de la literatura algún día... ¿esa aspiración es inútil?
―Nadie lo ha conseguido jamás. Ahora leo los ensayos de Valery sobre Mallarmé, y ahí lo dice. Hay un ensayo sobre el simbolismo: "¿Qué es el simbolismo?, se pregunta. Nada, se responde, es una denominación puesta a posteriori para todos los poetas de una época, que no tienen identidad alguna entre ellos, cada quien escribe como quiere. Lo único común entre ellos es que dijeron: no nos interesa escribir para el público. Todos los poetas de Francia, desde Baudelaire hasta Valery, se desinteresaron por el público. Y aquí, hoy, lo único que les interesa es el público. No hay un sólo caso, en la historia del universo, de un poeta que haya podido vivir de la poesía. Cite un caso...¡vivir...! los ha habido muy ricos...

― Neruda...
― ¡Nooo!, Neruda era un empleado diplomático, que tenía organizaciones detrás de él, el partido comunista. Los poemas que escribe Neruda para el público, como es el Canto general ya a nadie le interesan, no tienen siquiera el asomo de la verdadera poesía. Pero eso también lo dice Valery a propósito de Mallarmé. En su tiempo nadie conocía, nadie le hacía caso a Mallarmé, porque Mallarmé tampoco quería que le hicieran caso, lo que deseaba era estar en su casa, solo, escribiendo sus poemas. Treinta años después de su muerte fue el que más libros vendió, pero él vivió dando clases de inglés toda su vida.

― ¿A qué atribuye que haya un público para la poesía?
―A un snobismo... ¡no puede haber tanto público para la poesía!, a no ser que sean poemas populares realmente, pero pues eso no es poesía ¿no?

― Pero hay un público fascinado...
― Pero es una fascinación inducida por snobismo... por snobismo...

― Abundan los declamadores en las fiestas...
― Antes era una profesión rara: y qué declaman, si los poemas ahora ya no son para declamarse. Quién escribe poemas para que se declamen. Quién puede declamar Muerte sin fin. Compare la propia lectura que hace Gorostiza de su poema con la que hacen los actores en televisión o donde sea... cuando la lee Gorostiza se entiende perfectamente, cuando la lee otro es cuando uno empieza a no entender nada.

― Ha habido muchos intentos de llevar la poesía al teatro...
― No, la poesía no se puede llevar a ninguna parte. (Risas). Lo que pasa es que en México la cultura misma se ha vuelto un bien de consumo. Está en los supermercados, es ahí donde venden los libros que contienen las obras de Da Vinci, no sé... te venden todo en el super mercado. Ahí compra uno los tratados de filosofía. A Aristóteles lo venden en el mercado, así, chiquito, una selección. ¿Quien compra Aristóteles en el supermercado?: una gente que está mal informada de la cultura en general o que no sepa quien es Aristóteles. Se ha hecho mucho hincapié en la difusión de la cultura. La cultura se difunde sola. Por eso se dice cultura teotihuacana, cultura mexica. Los teotihuacanos ahístán, lo que quedó: las pirámides. Los del renacimiento no decían: nosotros somos los hombres del Renacimiento (Risas). ¿No?. Ahístá. Hoy quieren a fuerza ser hombres del renacimiento, pero conscientes y entonces pasa como con los gases, exactamente la ley de Boyle: "a mayor difusión menor densidad". Llegan muchos libros de poesía hasta la frontera del norte. Los mismos que a mí me llegan semanalmente, muuuchos... claro, en tirajes escasos, son libros delgaditos, no salen libros como Las flores del mal, de ciento cincuenta poemas, geniales todos, ese caso no se da nunca. La poesía es lo más alto que hay, la cúspide del espíritu. Es muy difícil hacerla. Parece fácil.

― ¿No es paradójico, al difusor de la cultura se le considera un profesional?
― Sí (Risas), es el que le quita densidad a la cultura. Es el profesional en hacer volátil la cultura. La difunde (risas)...lo más que puede (risas).


Completo aquí: http://www.literatura.bellasartes.gob.mx/acervos/index.php/recursos/articulos/entrevistas/1688-elizondo-salvador-entrevista?start=6