viernes, 22 de julio de 2011

Extrañiálogo.

-Extrañamente extrañemos extrañándonos cómo extraños que sómos.

-¿Acaso es extraño extrañarnos?

-Nosotros sómos los extraños, por eso no es extraño que nos extrañemos. Lo realmente extraño sería que no nos extrañáramos.

-¿Y sí un día extrañamos ser extraños extrañándonos, por qué sómos extraños?

-Extrañaré ser un extraño extrañándote.

~Adrián Martínez.

domingo, 10 de julio de 2011

Fundido a negro.




¿Y qué si nuestra vida es sólo una película? ¿Y qué si somos el sueño de una hormiga? ¿Y qué si morimos en la tranquilidad del agua? Verás querida, que en ésta vida nada se siente tan real cómo las cosas que son inevitables, sea muerte, el fin de la película, o nuestros intentos fallidos por acercarnos a cosas en las que nunca hemos decidido creer. Cosas tan reales cómo el temblor en mi mano y lo áspero de tu vestido. Lo cambiante en tu semblante felino y la oscuridad más deslumbrante. El momento en que se agota el aliento. Cuando las palabras tropiezan y los nervios tienen espasmos en su típica agonía ocasional. Los ojos se sincronizan y las manos se imantan. Casi nos salimos del celuloide. Casi actuamos fuera de nuestro rol, lo intercambiamos, lo hacemos modus operandi.

¿Estamos en la última escena? ¿Se nos han ido nuestras dos horas de fama y gloria? ¿Estaré en tus créditos finales? ¿Estarás tú en los míos? ¿Qué será de las escenas censuradas, de las tomas que nunca fueron usadas? Y en éstos diez minutos finales, ni nosotros ni nuestro público (el tiempo siempre burlón y el mundo siempre cambiante pero estático) sabemos si es una tragedia, si hay final 'feliz', si nos quedamos en una paradoja, si habrá una continuación. El guión tendrá que terminar, el libreto volverá al estante dónde pertenece, y nuestras imágenes se quedarán cómo destellos en la memoria de alguien en algún lugar. Escenas de aeropuerto, de despedidas, de resignación a la espera; se agrupan cuadro tras cuadro, cerrándose en un ojo de pupilas dilatadas, de líneas grises y verdes en un manto café y un sonido de labios despegándose, mientras una música etérea se mezcla con un fondo que se hace cada vez más oscuro y yo ya no veo nada, me he fundido a negro. Somos sólo nombres en la cintilla de una pantalla, pasamos fugazmente.

Escrito por: Adrián Martínez

domingo, 3 de julio de 2011

Mon chat.

Mon chat, J'adore tes yeux... te dije. Te dejé un soplo de aliento en la boca y se fue a rondar en tu mente, brincándote a la conciencia porque yo no puedo verte no te escribo porque sabes leer. Y en este pequeño guiño literario te digo que sé que sabes que este acoso que se queda en tu cabeza es una muestra más de cariño. De un cariño extraño, pero acogedor.

¿No quieres dejarlo ir? ¿O te resistes a dormir al cobijo de la gloria? Qué cuando hablo sobre dejarlo ir, quiero decir que me dejes acompañarte. Y cuando digo que hay que dormir cobijados de gloria, me refiero a sumergirnos en una mirada. Todo para no dejar que la fortuna o el azar nos coman, porque son monstruos terribles; te ahogan y te rodean como esta ciudad nos aqueja en su caos. Para no ser victimas de un silencio terrible, que será la última partida antes de regresar a casa.

¿No quieres hacerlo explotar? ¿O nuestro misterio es más que esto? Qué cuando hablo de explotar me refiero a crear nuestro universo. Y cuando digo que el misterio es más que esto, quiero decir que no es mas que el espejo entre nosotros.

Solamente he venido aquí para verte brillar, dejar de ser un fantasma para poder comer del fruto de tu boca. Esa sonrisa entre sabia y pícara, yo no puedo encontrarle semejanza más que con una telaraña. Bellamente tejida, una última cama cómoda para una presa ingenua. Quiero ser tú presa, que pintes mi nombre en el espejo con tu lápiz labial, rojo sangre con una mezcla de pólvora y diamantina. Y que seamos uno con todo lo que habíamos olvidado en nuestras cortas vidas. Lo autentico que es preguntarse que vemos cuando nos vemos y decir: lo mismo que tú.



Inspirado en Gunshot Glitter. Por Adrián Martínez.