martes, 29 de mayo de 2012

Ni hada ni bruja

   En realidad no había razones para idealizarte, no había grandes conexiones, mucho menos a la altura de las últimas que viví antes de tu llegada. Aún así hice lo de siempre, di lo de siempre esperando lo que nunca. Yo mismo te quité lo único santo que tenías, yo mismo contribuí a que enredaras más tus cabos, siempre lo supe, sólo me equivoqué de sospechoso. Ya que importa, no hay elegías, ni gran tragedia; ni asedio nocturno, ni pesadilla que acorrale. No existe ni el esfuerzo de cargar a la rutina y moldearla en otro horno, sólo están los treinta y cinco grados centígrados y la sed alcohólica de hace dos años. No hay gran aprendizaje ni parteguas, no hay ningún monolito que hayas olvidado destruir; ni situaciones hipotéticas que alterarían este día. Entramos al salón sin expectativas, bailamos, pero al terminar la fiesta, las expectativas nunca llegaron, y si tocaron la puerta, nadie jamás las escuchó.

    Ya no estás en el pedestal, ya no tienes ni pizca de divinidad. No proyectas nada, porque no hay luz que puedas generar, siempre se refleja. Estás en apuros pero te encanta andar como si tuvieras el velo que jamás vestirás. No llamas por ayuda, gritas por atención. Si te tienden la mano, primero pensarías en mostrar cuanto la necesitas que en tomarla, luego caes. Eres contradicción andante que encanta, pero no está encantada. No eres mágica entonces, no eres aquella hada libre. Olvidabas que las hadas siempre eran madrinas de alguien, cómo tú; y que eran pequeñas criaturas que difícilmente podían causar alguna relevancia. Olvidabas que las hadas son sólo luciérnagas buscando aparearse antes de terminar su fugaz existencia. No eras tampoco una bruja; ni me atemorizaste nunca, ni pusiste conjuro alguno sobre mí para matar mi voluntad. Olvidabas que las brujas no necesitan magia alguna para derrumbar las murallas de un hombre mortal. Y yo que fui hombre de viento, sin muralla alguna que no me haya roto otra bruja antes, te pasé como una brisa, del invierno a primavera y daré la vuelta de nuevo, tú estarás aún en el suelo, aún pidiendo manos sin tomarlas, aún poniéndote un velo para que nunca te lo quite aquél a quién tu idealizas exactamente de la manera en la que yo no lo hago contigo.


 Por: Martínez, Adrián. Maniobras incompletas, 2012.

viernes, 18 de mayo de 2012

Querido escritor de red social...

En la era de las redes sociales, hay escritores que se vuelven exitosos, reconocidos por sus tuits; breves comentarios de 140 caracteres que causan furor entre espíritus adolescentes, que con suerte, tienen el interés suficiente para leer unas cuantas líneas de texto. Lo mismo en facebook. Luego repiten la fórmula; copian, modifican, se adjudican frases extraídas de obras extensas que tuvieron el ...infortunio de ser parte de la cultura pop y ser recordadas por juegos de palabras de fácil degustación. Borran las que no funcionan, que no son compartidas o no obtienen likes. Se hacen de una fama igual de corta, igual de profunda que los milímetros de piel en sus párpados impidiéndoles ver más allá. Y esta frustración ajena no me cabe en un tuit.
Por: Martínez, Adrián. Mayo 2012. 

viernes, 11 de mayo de 2012

De bandos y periódicos quieren tapar el bache

Fue un reflejo, nada más. Agarré el periódico, y levanté la ceja al tiempo que retorcía la boca, no de disgusto, suelo parecer un antipático. Quizás esto hizo que se atreviera a preguntarme "¿Qué? Eres azul ¿verdad?". Efectivamente, yo iba vestido de azul, excepto por unos botines deportivos cafés, pero como no lo creí suficiente para confundirme con un pitufo, respondí en vez de simplemente hacerle la misma seña con la mano que le hago a quien pide dinero en la plaza principal.

¿Azul? No dije ni pío, y hacer una cara me hace azul, vaya, pues entonces me has ayudado a engrandecer mi conocimiento de mi mismo, y quizás hasta has esclarecido mi posición política, favor que me haces al calificarme basado en una mueca. Mira ya, no digas más, mejor tómalo de vuelta, si te sirve de consuelo no tomo nada azul, que no sea vodka con bebidas energéticas. No, mira que no estar a la izquierda no significa que esté a la derecha, también se puede observar la imagen desde lejos, así es como disfruto esto, porque al disfrutarlo más de cerca, siendo participe activo de algún bando, inevitablemente alguien vendrá a joderte tu pequeña burbuja ideológica, y a mí aunque me jodan desde ambos bandos, no me revientas nada, si acaso podrías picarme un ojo con ese periódico.

¿Indiferente? ¿malinchista? A mí que carajo me importa lo que piensa un país que se esforzó por darme todas las razones necesarias no para huir de él, sino para olvidarme de esa "obligación" de entregarle mi existencia a una sola idea gastada y que ha probado durante siglos no funcionar. Yo soy ciudadano del mundo, y así libro a esa misma idea de toda culpa, mientras tú te esmeras en ser un patriota. Culpando todo el tiempo a una idea de nación que no se puede defender de sujetos como tú.

Por: Adrián Martínez, Mayo 2012.

Falta #1

Faltaría ser el foco de la calle
que prende y apaga para nadie.
Porque ya eres el mosquito 
que vuela ciegamente a estrellarse
para que al apagarme 
seas libre como quieres.
Y me tengas prendido otra vez
cuando tus cientos de ojos 
me miren de nuevo 
en un caleidoscopio. 

Faltaría desaparecer 
en algún estadío de la memoria,
deshacer los nudos del marinero
que alguna vez te pescó 
en un mar de humo y lujuria.
Habría que cortarlos súbitamente
pero faltaría un epitafio apropiado,
uno que no podrás darme,
al opacar la vista como antes
al ahogarme tu réplica.

Faltaría el cómodo silencio,
al final de tu lista de consejos.
El optimismo sencillo de una brisa
para un extraviado de siempre
entre las excusas y un jamás.
La sonrisa tras el cristal,
dejando espectros de colores
que no conozco ni conocería,
si faltara la luz que te pone en foco.
O el lazo que guarda tu silencio.



 Por: Adrián Martínez, Maniobras Incompletas, 2012.


sábado, 5 de mayo de 2012

Oasis se escribe en fondo negro.

     Me tiré a la cama, me quedé horas pensando en todo lo estúpido que se puede ser, todo lo ciego. Persiguiendo espejismos mientras los oasis de verdad esta esperándolo a uno. Y los dejé esperando. Me fui a secar, esperando ingenuamente alguna lluvia, y las nubes venían con frecuencia, pero se iban más rápido que mi cansancio. Tirado en mi cama, en un desierto dónde las palabras fueron viento apilando arena sobre mí. Una sabana cálida para un cuerpo que nunca estará absento de los daños colaterales. Y ahora estaba absento de tu cabello, que parece listones de cuero negro. Ojalá tocaran ésta piel para hacerla sentir plena. 

     Si tan solo hubiera estado ahí para hacernos el intercambio habitual después de meses, si el encuentro con la casualidad no me hubiera llevado lejos, con unas esposas que ahora ya no son juego, que hoy pierden sus llaves para dejarme aquí en mi cama atrapado entre arenas movedizas; estaría celebrando el acostarme en tu tierra, sembrando semillas entre alientos nuestros. No necesitaría buscar mi "Mojo" en un espejismo para sentirme satisfecho.

    No me aquejas, yo me aquejo en el no saber que fue de esa celebración que prometí, en el intercambio que pospuse. No quiero saber, estoy cegado por este sol de medio día y las esposas que tengo en las manos parecieran haberse movido a mis pulmones. Te escucho trotar lejos de aquí y las memorias se disparan, los ritmos se caen lentamente... Oh, belleza oscura, compañera debería estar ahí, aún no es muy tarde ¿o sí?

    Hasta la más preciosa plata y el oro de más quilates, las perlas aún en la carne de la ostra; se postrarían contra los nosotros si fuéramos siervos únicamente de los dos. Renaceríamos de entre los ritmos que rompieran el silencio, siendo atemporales, dejando cualquier número de lado  y sobre todo, estaríamos en brazos del otro por un instante.

    No importa si me das sólo la llaga de tu desdén, querida; quiero más. Que me des tus opiniones como látigos bajando por mi espalda; dame más. Porque eres tú quién espero ver, eres tú la belleza en mi bestia, el oasis en mi desierto, lo cálido en mi cama, la culpa comiéndose mi cabeza, compañera querida, intercambiemos palabras de nuevo, porque no pienso cambiarte a ti.


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