martes, 21 de agosto de 2012

Los sueños duran cinco minutos


Ayer te volviste a transfigurar en mi espacio, fantasma de jade. Me oprime el diafragma pensar en esto como el diario abandonado de mi adolescencia. Y digo diario, porque me cuesta demasiado sueño al principio de mis días el pensar en nuestros nueve encuentros, me harta el darme cuenta de mi manía por llevar a la estadística lo nuestro, si es que podemos decir que hay algo nuestro. Yo lo digo, sin mesura, pero me conoces, en el drama y las marejadas de palabras que se apilan en ti. Así fue como te esfumaste la primera vez, apenas hace poco más de un año.

No podrías saber nunca el gusto que me invadió este último sábado en que te encontré, al fin. En extremo parecido al de mi último cumpleaños, pero algo era diferente. La expresión de tu cara al entrar en la sala del bar donde tocarías, fue algo así como "¿Quién demonios es ese tipo?" y la conversión inmediata a una sonrisa y un abrazo breve valieron el encontrarme a un grupo de conocidos que reían sin explicación alguna con mi repentina llegada. Me habría encantado tocar contigo de nuevo, y te lo dije. Y realmente nunca me he vuelto a sentir tan musicalmente pleno con nadie como contigo. No me importó que te esfumarás más tarde, sé que es tu naturaleza, y es parte del encanto que me clava el jade como fantasmas en el imaginario de mi vida personal. Ojala supiera qué trataste de decirme, pero contigo nunca he podido hacer conjeturas, ni lo he intentado. Ojala podamos platicar de eso antes de que también dejes la ciudad, no quisiera que otro tema se nos fuera a caer de las manos a tan cerca de tratarlo. Al menos me has dicho que no te irás, pero sé que te irás, lo sé.

Verás, no quiero ser poético, son las cuatro de la mañana, pero si no escribo esto ahora, quizás se me vaya el sueño. Y es que hoy tuve un sueño de ti. No quiero dejarlo ir, porque tengo la sensación al fondo de la cabeza que me ha pasado antes, como si perdiera la memoria cada cierto tiempo y tu al final siempre aparecieras para ayudarme, siempre preocupada. ¿Recuerdas hace un año? Me fuiste a buscar a mi casa; haríamos una sesión de fotos. Estábamos sentados en el sillón trasero de un auto que tengo montado en la recepción... Mientras esperábamos que pasaran por nosotros, salimos y te tenía en contra de un auto, platicando de detalles ínfimos que se habían quedado volando en conversaciones esporádicas por internet. Nos acercamos más que nunca, más cerca que nunca de besarnos y justo en ese momento, mirada con mirada, con el jade de tus ojos más dentro que nunca, llegó para recogernos. Me da una mezcla de risa y frustración el recordarlo, también siento ansias de completar el momento. Y a eso voy, el sueño. 

En mi sueño no te convertías en alguien difusa.

Por: Martínez, Adrián. Julio 2012. 

1 comentario:

  1. Saludos desde el más allá, por mediación del señor Carlos Rojas llego aquí a beber estas prosas de suburbio atropelladas, son muy buenas, Adrián, le sumo a mi lista de lecturas, tenga bueno el día por Guanajuato.
    Salud
    Manuel Marcos

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