lunes, 23 de enero de 2012

Algunos hombres solo quieren ver el mundo arder.


Hay algunas personas a las cuales la sola idea de un mundo yéndose por el espiral indomable del apocalipsis, entre cantos de humanoides emplumados y trompetas de oro; les resulta una probadita de cielo. Para otras, esto no es más que lo que les podría ofrecer un queso crema. Hay algunas personas a las que les resulta orgásmico el pensar en cambios místicos, refiriéndose al advenimiento de una edad de claridad y paz, predichos por culturas a las que realmente solo les importaba la guerra y tener cultivos para no morir de hambre. Algunas otras, quisieran simplemente un cambio en el temporal, un poco de lluvia para no morir en la pobreza extrema. 

Algunos ancianos leen los periódicos cada mañana en la plaza principal, para recordarse a si mismos, todo lo buena y significativa que fue su juventud comparada con las frivolidades de sus nietos. Hay otros que leen las noticias esperando encontrarse con que alguien haya inventado la manera de volver en el tiempo, para poder evitarse el estar ahí sentados, solos y decepcionados.

La mayoría de los adolescentes han visto demasiadas películas sobre invasiones extraterrestres, villanos celebérrimos, desastres naturales y gente que los sobrevive milagrosamente, holocaustos caníbales de muertos en vida, vampiros de ultraderecha, etc. Tanto qué el hecho de que el mundo pueda terminar de alguna de esas maneras, les resulta inmensamente divertido. A otros les da por ver películas sobre drogadictos sin remedio y personas socialmente disfuncionales, sin importarles realmente que el veintiuno de diciembre del dos mil doce se acerca, porque saben que aunque son menos fantásticas, son mucho más cercanas a lo que podría ser el fin -o fracaso- que tendrían sus vidas de por sí ya desencajadas. 

Hay mujeres que se enfrascan en encarnizadas luchas sin sentido, contra enemigos que no existen, porque creen que merecen ganarse todo en este mundo por el simple hecho de existir y tener la capacidad de dar a luz. Que este año debería ser el cambio al poder de las mujeres y al protagonismo que ellas mismas dicen no han tenido. Hay otras tantas que se dan cuenta que el tomarse los dogmas de la sociedad occidental tan personalmente es directamente proporcional al machismo al cual odian.

Hay hombres que se esfuerzan cada día por demostrarle al mundo que hemos sido una mierda durante miles de años. Que los mitos de la antigüedad, las leyendas urbanas, prejuicios y barreras que impiden que la humanidad avance solamente siguen ahí porque se los permitimos. Hombres que en el fondo temen no poder hacer suficiente para cambiar al mundo y que todo lo que han logrado podría convertirse en anécdotas de un anciano leyendo un periódico por la mañana totalmente solo, un grupo de jóvenes saboteando las calles en desesperación por una fecha mediatizada como el fin de los tiempos, niños riéndose de imágenes -reales- de guerra porque se parecen a la película o el videojuego de ayer, mujeres y hombres aborreciéndose al competir constantemente para ser la punta de la pirámide. 

Algunos hombres saben que nunca cambiarán al mundo, y que aunque ellos den todo lo grandioso o insignificante que pudieran siendo una botella de refresco de cola en el basurero que es el mundo, todas esas cosas ya están sucediendo sin ser el fin del mismo. Algunos hombres saben que el fin del mundo fue ayer, hoy y siempre. Algunos hombres solo quisieran ver el circo del espacio tiempo caer. Algunos hombres solo quieren ver el mundo quemarse. Algunos hombres solo esperan el día en que por fin puedan decir: ¡Feliz fin del mundo!

Martínez, Adrián (2012). "Algunos hombres sólo quieren ver el mundo quemarse". En El Fanzine del Cerdo Violeta No. 1. Enero. Apocalipsis ¿Ahora? León, México, p. 20.

No hay comentarios:

Publicar un comentario