lunes, 15 de octubre de 2012

XVI "Escribir me salvó de todo" - Susana Iglesias

Fue una noche
simplemente me cansé
de todo y todos y todas
hasta de mí.
Mandé todo a la chingada
que es un sitio al que todos vamos algunas veces
feos o guapos
felices o infelices
tontos o listos
me encontré con la nada (maldito Sartré, me engañó, el muy cretino)
sueños rotos
hambre
soledad
escribir me salvó de todo.
Y sabía que no debía intentarlo sin vivir.
Quise pizcar zarzamoras, uvas, tomates, cerezas o fresas
que era lo mejor pagado
pero me tocaron manzanas (odio las manzanas, a la fecha no las como)
todo en las alturas
desde entonces me acompaña el vértigo.

Insolados
rumores de muertos
malas condiciones
¿sabes? escribir me salvó de todo aquello.
Sabía que si no salía del corazón no debía intentarlo siquiera.
Cansados
desgastados
 hombres y mujeres en ruinas
que no debía hacerlo por dinero, ni por reconocimiento, ni perder el tiempo en imitar a los otros, hombres y mujeres de puños grandiosos, de letras impecables, muertos por lo general
sed
dolor muscular
cabeza que estalla
Lloré y reí tanto
en el frío de las calles,
en las estaciones de autobús junto a viejas máquinas de café que
me miraban mudas
en hoteles pulgosos, de sábanas que raspaban mi alma
en las bancas de parque
bajo los puentes
dentro de la interminable noche
soñaba
nunca dejé de soñar
en el tiempo de la aborrecible realidad
me disculpé con la vida
le di la espalda
me compré una pistola.
Te conté tantas veces que ese día empezaron mis días de miseria,
pero te lo contaré una vez más:
El día que tuve una pistola entre mis manos empezaron
mis problemas.
Después de aquella noche odiosa
únicamente salí para comprar vodka barato, hielo, agua quina
comí deperdicios, papas crudas, galletas saladas,
viví noches diferentes a aquellas dónde papá y mamá me dejaban
dormida y me tapaban con aquella frazada que cosió mi abuela
antes de morir.
Enloquecí
maldije
escupí
esperando siempe el final
pero nunca llegó.
En el tiempo de esa realidad que me apuñaló hasta casi
descuartizarme
me disculpé conmigo, arrojé mi pistola al mar
y un hombre me regaló otra de cumpleaños para seguir luchando
contra lo más retorcido que me habita
en este tiempo de tranquilidad aparente
en este tiempo de lagos, vodka helado
en este tiempo de picnics en domingo
y parrandas en lunes[...]


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