domingo, 20 de enero de 2013

Pág. Cincuenta y siete.

Me acompaño de tu trío de libros. Me dan escaparate para cuando vuelva a la congeladora, a quién me madruga. Me hacen el trayecto más corto; placentero. Me espabilan la fatiga al decirle al encargado del transporte "Buenos días, trece por favor" mientras ve mis ojos a través de los lentes de sol -de ojeras anfibias-. Al atravesar el pasto mientras los guardias lo recelan como si fuera lo único que pudieran proteger realmente. Al correr escaleras arriba, porque siempre se está medio minuto más tarde de lo pensado y al encontrarme cabeceando y pidiendo las notas que no alcanzo a ver en el afán de desparramarme en la última fila. Me traen de vuelta y me abren el apetito, me ponen a garabatearte en borradores de mis homenajes a ti. 

Hay tanto de ti incluso en estos lugares. Hasta en mi instancia oficial. Aquí te leo, repaso y rememoro los quietos instantes que vivimos casi clandestinamente a la mirada olvidada de ellos. Palabras que nos encienden fuera de todo diario aparecer, dictadas bajo nuestros significados indómitos. Digo buscar un pretexto para enviarme contigo a sabiendas de que nunca ha sido necesario. Me acompaño de ti en cada viaje y me impulsas un paso y otro, y seguro tú también ves tus pasos yendo a la cocina o tu pierna inquieta bajo el escritorio. 

Allá me acompaño de ti porque mientras allá me ponen a prueba, convierten en número, en abeja y luego en un papel; aquí -contigo- no hay trámite, no hay fecha límite ni obligación virtual. Aquí la más osada muestra de sinceridad es ofrecerte mi trabajo, mi quehacer, mi marcada tipografía de pulgares al revés. Tómalo todo, si necesitas acompañarte de mí. 

Esta dicha me concedes en la página cincuenta y siete.

-Adrián Martínez


No hay comentarios:

Publicar un comentario