viernes, 9 de septiembre de 2011

Chitu

‎ Un instante, un par de manos, un jueves, un libro, un pueblo, una tragedia, una noche, un sueño, un libro sin publicar, un guiño, un café, una tarde lluviosa, un tipo sanguíneo, una cicatriz, un absorber mutuo del aliento, una telaraña, un río llevandonos al mar. Sin nadar (flotemos), el mar se convierte en otra eternidad, y el mar no se niega a ningún río.

Brevedad que construye fortalezas en las que nos encerramos, justo en el minuto adecuado. Justo a tiempo nos damos un código, una palabra y nos saltan miles a la mente, momentos y pequeñas ficciones. No le llamemos señales, no le llamemos coincidencia, llamemosle lo inevitable, con ello es suficiente. Sólo hay un momento, y es como será y fue, como antes como siempre, y es la eternidad.


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