miércoles, 14 de septiembre de 2011

Empate.

Y nunca se me hace, pareces un personaje sin nombre y dirección en un libro. Ya aparece, yo estoy aquí con mil historias que contarte, odiándote. Y tú... tú, entre pachangas y tareas ínfimas e inútiles sin darme cuentas de cómo va tu autodestrucción, o sí finalmente vas camino a la gloria. Y yo de nuevo, desubicado, en la vagancia como me encontraste aquel octubre, escribiendo estúpideces y hablando de fiestas de terror-cumpleaños. El reloj se hace pequeñito, era grande hace casi 5 años, ahora debe ser tan pequeño como mi ojo, me hablas de intercambios, como si fueras alguna estampa. Y a veces me lo creo, que debe haber algún otro tonto que te trate mal y te diga las cosas que nadie más se atreve. Sino, entonces es tu padre, su inflexibilidad prodigiosa que maldice los encuentros, el escaso papel moneda o el poco interés en desmanes controlados por alcohol y vestimentas que se asemejan más a luces de neón (las que me hacen chillar, y lo sabes). Qué a veces me dices, me pides (en parte en broma), que te recoja, que te haga la comida, como si fuera yo algún tipo de mesías personal que compraste en una tienda de souvenirs. Y te digo sin duda cada vez, que lo haría, pero la historia sabe bien que pasa cuando me pongo en plena disponibilidad, que algo en el caracter falla y la costumbre de la distancia nos evita tomarnos las propuestas como tú te tomas una Coca-Cola, o yo una cerveza. Por eso vengo y te recuerdo con publicaciones en un muro irreal, cuanto nos debemos atreves de los años. Probablemente recuerdes la "luna de diciembre" y es chistoso cuantos significados puede tomar ahora, y es chistoso que te lo mencione en el segundo escrito que te escribo oficialmente. O lo que sea que es ésta cosa que empezó como una manera de decirte que quisiera platicar contigo horas en una banquita del centro, o desvelarnos hasta las tres de la madrugada, insultándonos. Seguramente verás esto, reirás, chillarás, te dará miedo. Conozco todo eso y como probablemente me corregirás alguna falta de ortografía y yo me moriré de vergüenza. Como me dirás que te da pereza, y luego, en secreto o no, que te encanta y que soy un ñoño de lo peor. Y problablemente alguien más también lo lea y piense lo que todos siempre han pensado. Y reíremos otra vez, jugaremos con ello. Y quedaremos en un empate.

No hay comentarios:

Publicar un comentario